sábado, 9 de julio de 2011

El Génesis, o precuela de nuestra existencia

En el principio Dios creó la Tierra, que por aquel entonces era plana y no redonda. La tierra era caos, confusión y tinieblas. Y Dios dijo “Haya luz”, y hubo luz. Dios vio que la luz estaba bien, y la apartó de las tinieblas. Dios llamó a la luz día y a la oscuridad noche, y atardeció y amaneció.

Y así, mientras atardecía y amanecía una y otra vez, Dios creó todos los seres vivos que han existido y existen hoy en día. Y cuando se cansó de crear seres que se comportaban casi mecánicamente según sus instintos, decidió fabricar la más perfecta máquina que se le podía imaginar: el hombre. Ojo, era el hombre, no la mujer ni el ser humano. Se trataba del hombre, la primera criatura con uso de razón. Y a ese primer hombre lo llamó Adán. Cuando éste despertó Dios sacó su dedo de señalar de entre dos nubes y le dijo: “Adán, bienvenido a la vida. Disfruta de todo cuanto tienes a tu alrededor a excepción del fruto del árbol de la ciencia, ése al que provisionalmente llamaremos manzana hasta que se nos ocurra un nombre mejor”.

Adán dio gracias a Dios y empezó su vida en el Jardín del Edén. Lo recorrió entero, subió a todas sus montañas y bajó de ellas sin cansarse, nadó por todos los ríos sin sentir el frío de sus aguas, pasó tranquilamente todas las noches al raso sin saber lo que era el miedo, y comió de todo ser vivo que se cruzó por su camino sin indigestarse ni tener que cocinar. Era una vida perfecta, pero de tan perfecta, con el tiempo, se tornó aburrida.

Pensando que Dios no podría verlo todo desde detrás de sus nubes decidió tomar una fruta del árbol prohibido. Sólo llegó a darle un bocado. Acto seguido Dios sacó su dedo de acusar, que era el mismo que el de señalar, de entre dos nubes y gritó atronadoramente: “¿Qué has hecho desgraciado? ¡Ya tenías que joderla!”. Adán, presa del pánico por primera vez desde que habitaba aquél lugar, se echó al suelo de rodillas y exclamó: “Oh Dios, sé misericordioso y no me lo tengas en cuenta, es mi primera vez”. Dios se negó a perdonarle, pues él lo había creado con el objetivo de poner sobre la Tierra a un ser con la capacidad de no errar jamás gracias a su raciocinio: “Saldrás del paraíso, sabrás lo que es el dolor, el frío y el sufrimiento. Tendrás que trabajar para ganarte tu sustento y además, podrás caer enfermo”.

Pero Adán, casi a la desesperada, tuvo una idea: “Disculpa un momento. Si ahora me expulsas y todo el mundo se entera de que tu primera creación inteligente no sabe obedecer la simple norma de no comerse una manzana, no tendrás muy buena reputación como Dios omnipotente”. El creador calló un instante, reflexivo, y contestó en tono pausado: “Tienes razón. Por tu culpa mi divino culo ha quedado al descubierto. Tendré que idear otro plan”. Con este fin, Dios sumió a Adán en un profundo sueño y le arrancó una costilla para hacer manualidades.

Cuando Adán despertó, Dios le indicó que apreciara su nueva creación. Adán, sorprendido pidió explicaciones: “¿Pero qué es esto? Qué hombre más raro, ahí arriba tiene dos… y abajo le falta…”. “Calla”, contestó tajantemente el altísimo, “no es un hombre, es una mujer, la primera mujer. Se llama Eva y nos salvará a los dos del desaguisado en el que nos has metido”. Adán se fregaba ya las manos, pensando que no tendría que salir del paraíso, gracias a Dios. Pero Él le aclaró que las cosas no irían por ahí: “No puedo dejarte seguir viviendo aquí después de lo que has hecho, lo siento. Pero Eva nos será de mucha ayuda. Le haremos creer a todo el mundo que ella te incitó a morder la manzana, así, la definiremos como un segundo prototipo ligeramente defectuoso de ser racional. Tú, sin embargo, seguirás siendo mi primera creación racional perfecta. Viviréis fuera de aquí, pero no te preocupes. Gracias a Eva te irás con un trozo de paraíso, ya que ella cocinará, planchará, limpiará y cuidará a vuestros hijos e hijas. Mientras tanto, tú podrás seguir pegándote la vida padre”.

Ya sí vivieron el hombre y la mujer hasta nuestros días.

Chuelo

No hay comentarios:

Publicar un comentario